Artículo de opinión.
Algunos autoproclamados «presidenciables» del PRM protagonizaron uno de los momentos más vergonzosos en la historia reciente de la República Dominicana. Convirtieron un evento solemne en una pasarela de vanidades, exhibiendo su ambición desmedida y dejando claro que su lealtad no es con la patria, sino con intereses económicos efímeros. Utilizaron las escalinatas del Congreso como escenario político, rodeados de «apoyadores» cuya lealtad es temporal y oportunista.
Este espectáculo se complementó con un discurso presidencial “impecable” en forma, pero lleno de omisiones. Se exaltaron supuestos logros del gobierno mientras se esquivaron los problemas reales. La oposición, encabezada por el PLD y la Fuerza del Pueblo, ofreció respuestas previsibles y vacías, sin propuestas concretas ni verdadera oposición, demostrando que la política dominicana es puro teatro sin sustancia.
Mientras tanto, la independencia nacional sigue debilitándose. Un canciller extranjero se llevó un avión de un tercer país desde nuestro territorio, pisoteando la seguridad jurídica y la soberanía dominicana. Ahora, militares norteamericanos analizan nuestras «tierras raras» como si fueran una reserva exclusiva para los intereses de Estados Unidos.
Mientras el mundo avanza con innovaciones en tecnología, economía y recursos naturales, aquí seguimos atrapados en la no acción. En lugar de generar soluciones propias, nos limitamos a comprar proyectos e implementarlos sin cuestionarlos. Otros países apuestan por la investigación, la ciencia y el desarrollo de tecnologías propias, mientras nosotros seguimos ejecutando lo que otros nos dictan.
La soberanía es solo una ilusión. El PRM, el PLD y la Fuerza del Pueblo siguen la misma línea de decadencia, sin entender que el verdadero progreso está en la creación y la innovación, no en la ejecución pasiva de lo que otros ya han hecho.
Creado y Difundido por Multimedios LZO, La Agencia de Prensa, a partir de texto oficial de Fernando Buitrago
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28/2/2025