Por: Pavel De Camps Vargas
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos han experimentado una transformación radical en la última década, y las redes sociales han sido el principal motor de ese cambio. Desde la sorprendente victoria de Donald Trump en 2016 hasta la contienda actual entre Trump y Kamala Harris en 2024, estas plataformas han redefinido la manera en que los candidatos se conectan con los votantes, influyen en la opinión pública y movilizar apoyos. En este artículo, analizaremos cómo ha evolucionado el uso estratégico de las redes sociales, comparando las elecciones de 2016 y 2024, para entender el impacto de estas plataformas en el proceso democrático.
1. 2016: El ascenso de Trump y el poder de Twitter
La victoria de Donald Trump en 2016 sorprendió al mundo, y las redes sociales jugaron un papel crucial en su éxito. A diferencia de sus rivales, Trump aprovechó al máximo plataformas como Twitter y Facebook para comunicarse directamente con los votantes, eludiendo los medios de comunicación tradicionales que, en su mayoría, le eran hostiles.
El rol de Twitter: Trump utilizó Twitter no solo para transmitir mensajes políticos, sino también para desviar la atención de los medios hacia sus temas de interés, dominando la agenda mediática. Un estudio realizado por Palabra Clave destacó que Trump acumuló más de 13.9 millones de seguidores en Twitter al final de la campaña, superando a Hillary Clinton, quien alcanzó los 10.6 millones.
Microsegmentación y datos: El uso de la microsegmentación fue una de las estrategias clave que permitió a Trump ganar en 2016. Con la ayuda de Cambridge Analytica, su equipo recopiló datos de millones de usuarios para enviar mensajes personalizados dirigidos a públicos específicos. Esta técnica fue fundamental para movilizar a votantes indecisos en estados clave como Michigan, Pensylvania y Wisconsin y nuevamente en el 2024 fueron estados claves en las elecciones.
El impacto de los bots y las noticias falsas: La campaña de Trump también se benefició de la amplificación de sus mensajes mediante bots en Twitter, que crearon tendencias artificiales y dominaron la conversación en redes sociales. Estudios de la Universidad de Oxford revelaron que aproximadamente el 19% de la conversación en Twitter fue generada por bots, en su mayoría apoyando a Trump. Además, la difusión de noticias falsas a través de Facebook fue un factor decisivo, ya que estudios posteriores demostraron que muchas de estas noticias tuvieron más interacciones que los artículos de medios tradicionales.
2. 2024: La Era de TikTok e Instagram
En 2024, la competencia entre Donald Trump y Kamala Harris ha llevado el uso de redes sociales a un nuevo nivel. Las plataformas que lideran ahora son TikTok e Instagram, reflejando un cambio en la forma en que los votantes, especialmente los jóvenes, consumen información.
El poder del video corto: El formato de video corto en TikTok ha demostrado ser una herramienta poderosa para influir en los afectados. Un estudio reciente reveló que más del 10% de los estadounidenses se informan sobre las elecciones a través de TikTok. Harris ha liderado en esta plataforma, enfocándose en videos que resaltan temas como el cambio climático y los derechos de las mujeres, mientras que Trump ha utilizado videos para reforzar sus mensajes sobre seguridad nacional y economía.
Comparativa de publicaciones e interacciones:
- Trump : 51,7 millones de publicaciones y 358,4 millones de interacciones.
- Harris : 23,9 millones de publicaciones y 194,3 millones de interacciones.
A pesar de tener menos publicaciones, la campaña de Harris no logrado un mayor porcentaje de interacciones positivas, lo que refleja una estrategia más enfocada en la calidad que en la cantidad.
Segmentación demográfica: La base de apoyo de ambos candidatos se divide en diferentes segmentos demográficos. Trump ha atraído a votar a mayores y de áreas rurales, mientras que Harris ha captado a jóvenes y urbanos, especialmente en estados como California y Nueva York.
3. Inteligencia Artificial y Desinformación en 2024
La inteligencia artificial (IA) ha añadido una capa de complejidad al panorama electoral de 2024. La creación de deepfakes y la difusión de desinformación han desafiado la integridad del proceso electoral, generando una desconfianza generalizada en el electorado. Un estudio del Pew Research Center reveló que el 57% de los votantes temen que la IA sea utilizada para manipular información y socavar la democracia.
Deepfakes en la campaña: Se han identificado más de 6,500 deepfakes políticos circulando en redes, de los cuales el 58% atacan al Partido Demócrata y el 42% al Partido Republicano. Estas falsificaciones han sido utilizadas para desinformar a los agregados y crear divisiones, lo que resalta la necesidad de mayores regulaciones y herramientas de detección por parte de las plataformas digitales.
4. El voto latino y los estados decisivos
El voto latino es un campo de batalla crucial en 2024, con la mayoría de esta comunidad informándose a través de plataformas como YouTube e Instagram. Tanto Trump como Harris han intensificado sus campañas para atraer a estos votantes, utilizando creadores de contenido e influenciadores para transmitir sus mensajes en estados clave como Florida, Nevada y Texas.
Influencia de los «estados indecisos»: Los resultados en estados como Georgia, Pensilvania y Wisconsin definieron al presidente electo. La capacidad de movilizar a los votantes en estos estados mediante campañas digitales es más importante que nunca.
5. Lecciones Aprendidas y el Futuro de las Campañas Digitales
Las lecciones extraídas de las campañas de 2016 y 2024 son claras: las redes sociales no solo son un canal de comunicación, sino el campo de batalla donde se ganan o pierden elecciones. Las campañas deben adaptarse rápidamente a las nuevas tendencias y tecnologías, como la inteligencia artificial, para optimizar sus estrategias y llegar a los más jóvenes.
Puntos clave para futuras campañas:
- Autenticidad y conexión directa: la capacidad de los candidatos para comunicarse auténticamente a través de redes sociales sigue siendo una ventaja clave.
- Segmentación precisa: el uso de IA y big data para mensajes personalizados permite un enfoque más efectivo para captar indecisos.
- Combate a la desinformación: la necesidad de herramientas para detectar deepfakes y contenido falso es más urgente que nunca para proteger la integridad del proceso democrático.
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos han demostrado, de manera inequívoca, que las redes sociales ya no son simples herramientas de comunicación, sino el epicentro de las campañas electorales modernas. Lo que comenzó en 2016 como un enfoque disruptivo con Donald Trump utilizando Twitter para conectarse directamente con los votantes, ha evolucionado en 2024 hacia un escenario donde plataformas como TikTok e Instagram marcan una pauta en la batalla por la Casa Blanca. La capacidad de captar la atención del electorado ya no se mide solo en debates o actos multitudinarios, sino en la habilidad para influir en la narrativa digital, moldear percepciones y generar interacciones que se traducen en apoyo electoral.
El dominio de las redes sociales en la política actual subraya una lección esencial: la comunicación es poder . En un mundo hiperconectado, los candidatos que entienden cómo utilizar las plataformas digitales para crear conexiones auténticas y resonar emocionalmente con sus seguidores tienen una ventaja significativa. No se trata simplemente de cantidad, sino de calidad en las interacciones. La frecuencia de publicaciones y los millones de «me gusta» o retweets no son suficientes si no están respaldados por mensajes que resuenen genuinamente con las preocupaciones y aspiraciones de los votantes.
La comunicación estratégica, adaptada a cada plataforma y enfocada en la segmentación precisa de audiencias, ha demostrado ser el eje sobre el cual giran las campañas modernas. Los datos de 2024 revelan cómo la inteligencia artificial y la microsegmentación han llevado la personalización del mensaje a niveles nunca antes vistos. Ahora, no solo se trata de enviar un mensaje, sino de que ese mensaje llegue al público correcto, en el momento adecuado y con el impacto deseado. La capacidad de los equipos de campaña para reaccionar en tiempo real, adaptarse a las tendencias emergentes y gestionar crisis en plataformas digitales se ha vuelto crucial para asegurar el éxito.
Sin embargo, con este poder también vienen grandes desafíos. La desinformación, impulsada por la inteligencia artificial y los deepfakes, amenaza con socavar la confianza en el proceso electoral y en las instituciones democráticas. La capacidad de manipular la realidad para desorientar al electorado es una espada de doble filo que no solo afecta la percepción de los candidatos, sino que pone en riesgo la esencia misma de la democracia. Esto subraya la urgente necesidad de que tanto las plataformas digitales como los reguladores trabajen en conjunto para proteger la integridad de las elecciones.
El futuro de las campañas electorales no solo dependerá de quién tenga más recursos o un equipo de campaña más experimentado, sino de quién sea capaz de dominar el arte de la comunicación digital y aprovechar las nuevas tecnologías para conectarse con los votantes a un nivel más profundo. Los políticos que comprenden que, en esta nueva era, la comunicación ya no se trata solo de hablar, sino de escuchar, interactuar y responder de manera auténtica, serán los que logren no solo ganar elecciones, sino también mantener la confianza y lealtad del electorado.
La gran enseñanza que nos deja la comparación entre las elecciones de 2016 y 2024 es clara: quien domine la narrativa digital, dominará la política. En un mundo donde la atención es el recurso más escaso, la capacidad de captarla y, más aún, de mantenerla, se ha convertido en el factor decisivo para alcanzar el éxito en las urnas. La comunicación estratégica no solo influye en la política; la definición. Aquellos que sean capaces de innovar en este terreno, adaptarse a las cambiantes demandas de un electorado cada vez más conectado y exigente, serán quienes marquen el rumbo de la política en los años venideros.
En última instancia, las redes sociales no solo son el presente de la política, sino su futuro. Entender su poder, su alcance y, sobre todo, la responsabilidad que conlleva su uso, es la clave para construir campañas que no solo ganen elecciones, sino que también fortalezcan la democracia. La revolución digital no es solo una herramienta; es el nuevo campo de batalla donde se decide el destino de las naciones.
La evolución de las redes sociales ha cambiado el juego político y han tomado el relevo, transformando la manera en que los candidatos se conectan con los votantes. En un mundo donde la desinformación y la IA juegan un papel cada vez más importante, los equipos de campaña deben mantenerse ágiles y enfocados en la autenticidad para ganar la confianza de los electores. La historia de las elecciones en Estados Unidos nos enseña que las plataformas digitales no solo son herramientas, sino campos de batalla donde se decide el futuro de la nación.
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