El presidente Luis Rodolfo Abinader Corona llegó al poder en mayo del 2020, convirtiéndose en el primer mandatario dominicano elegido en medio de la pandemia del Covid-19 y, por consiguiente, en asumir el poder en una de las más graves crisis de la humanidad en tiempos modernos.
Al subir las escalinatas del Palacio Nacional, el 16 de agosto del 2020, Abinader lo hizo sin haber logrado otro cargo de elección popular anteriormente. Este fue miembro honorífico del consejo de la entonces Corporación Dominicana de Electricidad (CDE) durante el gobierno del expresidente Hipólito Mejía (2000-2004).
Hijo de José Rafael Abinader Wassaf, un exsecretario de Finanzas y senador por la provincia de Santiago, el actual gobernante fue el único de su familia, después de su padre, con inclinación hacia la política, ya que sus hermanos se han mantenido vinculados al sector empresarial.
Luis Abinader, tras su ascenso al poder, se vio obligado a enfrentar la etapa más difícil de la pandemia con un país cerrado, una economía frisada y con el reto de conseguir la vacuna para volver a la República Dominicana a la normalidad. Esta acción la logró ubicando al país entre los líderes en la implementación de la vacuna.
Tras enfrentar con éxito el Covid-19, el gobernante comenzó el proceso de motorizar la economía. Relanzó la industria, las zonas francas y abrió el turismo, incluso, llegando a otorgar un seguro a los extranjeros que nos visitaran, en una muestra de garantía y seguridad en República Dominicana para los turistas.
El país, hoy por hoy, es un referente en cuanto al turismo, el Hub Logístico, las exportaciones y la industria. Además, esta República Dominicana es una nación con seguridad para la inversión, como demuestran las instituciones calificadoras de riesgo, como Standard & Poor’s, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), entre otros organismos internacionales.
Es de reconocer que Abinader, tras llegar a la Presidencia sin experiencia previa en la Administración pública, ha logrado mantener el crecimiento económico en el país, así como la estabilidad económica y cambiaría. Igualmente, el aumento en las exportaciones y la inversión extranjera, hechos que hacen proyectar un cierre en materia económica con 5.1 % para este 2024 y con una proyección económica de 5.0 para el 2025.
El presidente se ha ganado el respeto por su capacidad de trabajo, pero también, por pasar con buenas calificaciones el manejo de la macroeconomía, con el reto de variar en los últimos años de su gobierno la redistribución de la riqueza. Este último es un elemento que hace que muchos dominicanos no crean en las cifras macroeconómicas que ofrecen las autoridades. Precisamente, este es el punto que más críticos ha tenido en el país durante los últimos cuatro gobiernos, ya que aún existe una deuda social acumulada con la población.
Abinader, ya en su último mandato, tendrá como reto para su legado variar esa percepción sobre la economía. También, lograr que sus funcionarios se comprometan con sus acciones y buscar conseguir algunas transformaciones vitales para la economía y la Administración pública, ya que las cosas no son como comienzan, sino como terminan.
Un legado que sí dejará el mandatario es que se convertirá en el promotor de un nuevo liderazgo y una nueva generación política.
Los perremeístas están obligados a abrazar el gobierno de Abinader, porque el mismo será la bendición para un relevo que permita a su partido mantener el poder más allá del 2028.
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